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El regreso a la filosofía sagrada femenina

Un primo una vez me preguntó sobre mi postura política. Me sorprendió la pregunta, sobre todo porque recordé que mi padre siempre fue muy activo políticamente. De hecho, así fue como conoció a mi madre: participando en actividades políticas en la universidad. Entonces, ¿mi respuesta? Cualquiera que cuide la tierra.


Al decir eso, sentí un miedo repentino: un síndrome del impostor que se colaba en mi interior. Sabía que lo que decía era sincero, pero por un segundo me pregunté si me estaba mintiendo a mí mismo. Esta conversación ocurrió hace muchos años, y ahora me doy cuenta de que mi postura está más profundamente arraigada de lo que entendía en aquel momento. A medida que somos testigos del saqueo y la crueldad del capitalismo en el mundo, especialmente contra los Pueblos de la Mayoría Global, se vuelve evidente para cualquiera que busque una verdadera liberación que nuestro enemigo común es el patriarcado.


Te invito a hacer una pausa por un momento y preguntarte: “¿Qué significa el patriarcado para mí?” Es importante definirlo por ti mismo, considerar la profundidad de su presencia en tu hogar, en tus comunidades religiosas y en tu gobierno. La historia, con más de 5,000 años, cuenta el relato de un colectivo de individuos que se convencieron a sí mismos de una supremacía—una que colocó la masculinidad por encima de la feminidad.


Si bien este puede no ser el espacio para abordar cada aspecto de lo que ha ocurrido bajo este sistema, es esencial enfocarnos en nuestra necesidad de reconectar con lo femenino divino.


Nuestra apreciación por la Madre Tierra, por la Pachamama, es parte de un linaje ancestral de la filosofía de la diosa. Al conectarnos tanto con el plano espiritual como con el terrenal, podemos encontrar armonización y sanación en esta tierra y entre nuestra gente. Debemos recurrir a esta forma de filosofía sagrada para entender: ¿Dónde han quedado nuestros rituales? ¿Cómo nos hemos alejado del reconocimiento de la comunión sagrada con lo femenino? ¿Cómo hemos descuidado nuestra relación con el vientre sagrado, la fuente misma de la vida?


Ahora, la invitación es a preguntarte con sinceridad: “¿Qué significa el patriarcado para mí?” Este es el segundo paso en esta reflexión.


Pregúntatelo. Pregunta a otros. Involucrémonos en esta reflexión como un primer paso hacia nuestra liberación colectiva, amado pueblo. Al permitirnos reconectar con todo lo femenino, actuamos en beneficio de nuestras familias, nuestras comunidades y el mundo.

 
 
 

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